Las palabras a veces calan como zaeta las fauces de la verdad,
pero las mias, no buscan destrozar el mundo,
sino pintarlo del color con que ven mis ojos asombrados de luces y fango

martes, 29 de diciembre de 2009


Te confieso, que me enamoré como una niña... Que me paso las noches soñando contigo, viendo tus fotos en mi celular. Te confieso que me levanto en las mañanas esperando verte pronto y bebo mi café apuradísima.

Muchas veces he pensado en las cosas que vendrán, y me he sorprendido contando las cosas que me gustaría ponerle a nuestra casa, el color de los muebles, que serán de madera mezclados con esos toques vanguardistas que tanto te gustan... las flores que voy a plantar en el jardin, y el sauce que pondrás tú algun septiembre... Pienso en las noches de invierno acostados y abrazados, usando la nieve como excusa para no dejarnos, en las tardes de octubre paseando en bicicleta, en Navidades con lucecitas y delicias culinarias... Pienso en el dia en que al fin tu mundo y el mio se reunan en una misma casa, en un mismo mundo... pienso tantas, tantas cosas...

Pienso que debieramos empezar a leer un libro, uno que nos guste a ambos, uno que aunque quieras no puedas olvidar, quizas sea bueno leer Papelucho... que digan lo que digan, es sencillamente encantador...

Imagino tus ojos, radientes, bellos y enormes, se me pixelan en la red y eso me molesta... Mañana voy a tomarte una foto... una en que pueda verlos...

Te confieso, que me enamore como niña, quizas porque sin saberlo, me enamore desde ese entonces, la tarde en que buscabas a tu madre y no llegaba...

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